lunes, 2 de mayo de 2011

Otra medicina

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EL TRÁNSITO DE LA MEDICINA CONVENCIONAL
 A LA MEDICINA HOLÍSTICA ES INEVITABLE


http://www.dsalud.com/numero123_4.htm


La medicina no avanzará en el ámbito de la curación mientras siga anclada en el paradigma mecanicista y considere que las llamadas enfermedades se pueden superar actuando sólo a nivel bioquímico y de forma aislada sobre órganos y sistemas. Es pues urgente y necesario que asuma los conocimientos de la Física Cuántica y de la realidad holográfica del universo asumiendo que la materia es energía en distintos grados de vibración, que está interconectada y que puede actuarse por tanto sobre ella mediante frecuencias vibratorias y, por ende, a través de la luz, el sonido o las radiaciones pero también de la mente. Y que en nuestros cuerpos todas y cada de las células, órganos y sistemas están interconectados por lo que cualquier tratamiento, si queremos que sea eficaz, debe ser holístico, integral. Es hora de que los médicos lo entiendan.
Médicos, biólogos y farmacéuticos siguen inmersos en un paradigma newtoniano, cartesiano y mecanicista que no tiene en cuenta los principales descubrimientos científicos de las últimas décadas y sigue considerando que la curación puede conseguirse tratando órganos y elementos aisladamente. Ignoran pues desde los principios fundamentales de la Física Cuántica hasta la concepción holográfica del universo y de la vida según la cual cada punto del mismo contiene la información de todo el universo porque como decía el Kybalión “el todo está en la parte y la parte está en el todo”. En otras palabras, en el universo todo está interrelacionado y la materia tal como se entendía hasta hace bien poco no existe pues ésta no es más que una manifestación de la energía en distintos estados grados de vibración.
Es más, los grandes laboratorios de investigación llevan comprobando desde hace tiempo que los estados mentales se pueden parametrizar de acuerdo a longitudes y frecuencias de onda. Las ondas alfa, beta, theta, delta y gamma son de hecho ya bien conocidas por muchos terapeutas de la mente al igual que los estados de conciencia asociados a ellos. Hasta el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets (EEUU) ha realizado investigaciones sobre la influencia de la mente en el organismo con lamas en estado de meditación y las sorpresas han sido ya muchas aunque a mi juicio destaca una: que la comunicación entre las distintas neuronas sucede a diferentes velocidades. Como el investigador Peter Fraser explica en el vídeo La matriz de la vida “la Neuropsicología actual ha demostrado que algunos nervios se comunican a una velocidad de 321 kilómetros por hora mientras otros lo hacen a sólo 3’2”. Este sorprendente dato hace que el investigador se pregunte: “¿Cómo puede el cerebro coordinar el sistema nervioso y todos esos movimientos tan sutiles cuando la información viaja a velocidades diferentes?” Su duda desaparece al acudir a la vieja medicina taoísta: “Los meridianos de acupuntura se comunican con un orden y ese orden es el campo de energía”. El biofísico James L. Ostman coincide con él: “Los impulsos nerviosos y las reacciones químicas son demasiado lentos como para explicar la sutileza de muchos de nuestros movimientos; como los de una bailarina, por ejemplo”.
El afamado biólogo Bruce Lipton -autor de Biología del pensamiento- afirma por su parte que “la mente es un campo electromagnético y el pensamiento se puede leer actualmente con electrodos conectados al cerebro aunque es aún más interesante el magneto-electroencefalograma porque lee la actividad magnética del cerebro y los campos de la actividad neural sin tocar el cuerpo. Y lo que han detectado estos aparatos es que cuando estás procesando información con el cerebro emites campos magnéticos”.
Obviamente estos hallazgos en laboratorio están propiciando un cambio radical en la concepción de nuestro cuerpo y, por ende, de la salud. El antes citado Fraser no duda al afirmar que “se está produciendo actualmente una importante fractura en la Física. Los tratamientos químicos parecen ser eficaces en los problemas a corto plazo pero no en los crónicos”.
Para la escritora e investigadora Lynne McTagartel patrón antiguo se basaba en ver las reacciones químicas como una especie de colisión entre moléculas de la que se obtendría información para realizar los subsiguientes procesos químicos. Es decir, un modelo mecánico en el que ni las emociones ni la conciencia contaban porque eran sólo el resultado de la producción de enzimas y hormonas. Valga como ejemplo cómo se pretendió reducir el fenómeno del enamoramiento a una simple cuestión hormonal sin relación con los sentimientos, es decir, con el ser del individuo.
Afortunadamente hoy, frente a esta concepción reduccionista, biólogos que sí han integrado el paradigma cuántico están explicando los diferentes mecanismos celulares de una manera holística aplicando entre otras cosas el modelo electromagnético que gobierna tanto el Cosmos como la mínima expresión molecular.
El citado Bruce Lipton, en su obra Biología de la creencia, llega a la conclusión de que la membrana celular es el componente más importante de la célula porque “allí es donde se produce el intercambio de información con las otras células”. Es decir, el intercambio holístico de información es el proceso básico para que todo organismo funcione correctamente al unísono y no desordenadamente como parece ocurrir en el cáncer. “El hecho de que la membrana celular se comporte como una especie de chip implica que resultaría más apropiado- y también más instructivo- comparar las funciones de la célula con las de un ordenador personal. La primera idea fundamental que se deduce a partir de ello es que los ordenadores y las células son programables. La segunda es que el programador se encuentra fuera del ordenador y también de la célula. La actividad biológica y génica está dinámicamente relacionada con la información procedente del entorno que es lo que se descarga al interior de la célula”. En otras palabras, que es el intercambio de información el que da sentido a la célula.
El propio Lipton realiza un símil con el ordenador para explicar el funcionamiento celular que resulta muy gráfico para nuestro lenguaje actual. “Cuando me imaginé la célula como una biocomputadora supe que el núcleo no es más que un núcleo de memoria, una unidad de disco duro que contiene la programación del ADN y que codifica a su vez la producción de proteínas. Llamémoslo ‘disco de memoria de doble hélice’. En tu ordenador puedes pues insertar un disco de memoria que contenga un enorme número de programas especializados - por ejemplo un procesador de textos, de imágenes y hojas de cálculo- y una vez que descargas el programa en la memoria activa puedes retirar el disco del ordenador sin alterar el funcionamiento del programa. Bien, pues de igual forma, cuando retiras el disco de memoria de la doble hélice al eliminar el núcleo la actividad de la maquinaria proteica de la célula continúa porque la información que creó esa maquinaria ya ha sido descargada”. En otras palabras, podemos “reprogramar nuestras células”.
El científico y ex astronauta Edgar Mitchell, fundador del Instituto de Noética, redunda en tales ideas con estas palabras: “La materia es energía comprimida y la información patrones de energía. Hay un flujo constante de información en nuestro cuerpo que aún no entendemos del todo pero que bien podría haber sido descrito por los chinos en su sistema de acupuntura”.
De hecho la actual primacía del ADN sobre nuestra biología -que lleva al determinismo sobre la enfermedad- está siendo ya discutida por muchos investigadores, entre ellos por el propio Lipton quien niega que los genes controlen el organismo. La bióloga colombiana asentada en Barcelona, Ana Rogelia Monsalve, opina así por su parte. “La energía del cosmos y la nuestra son similares. Nuestro organismo captura energéticamente esa vibración que es luz. Y es el ADN el que hace posible el ensamblaje entre el yo superior y la conciencia álmica”.
En suma, hablamos de una nueva concepción que considera el ADN como un mapa de nuestro organismo pero que es dependiente del ADN energético individual, es decir, de la esencia inherente o energía individual que a través de las encarnaciones el ser ha venido experimentando. Cada acción o pensamiento del ser humano sería un interactuar energético -a través de sus pensamientos, palabras, obras y emociones- y tanto el ADN biológico como el energético serían, de acuerdo con esta teoría, unos meros identificadores a nivel cósmico siendo el ADN energético el encargado de dirigir cada filamento de nuestro ser reorganizando su estructura en función de la información. Es más, sería el contraste a lo largo de la vida de la conciencia entre el ADN biológico y el energético lo que produciría cambios en las estructuras que pueden acarrear dolor y llevar a un comportamiento impulsivo e irracional debido al desconocimiento de lo que está pasando. Y para evitarlo sería preciso utilizar la consciencia de ese flujo energético que está llegando y focalizarse en las energías ligadas a la lógica, el sentido común, la armonía, la belleza, la paz, respeto, tolerancia…
Esta nueva concepción de la célula y del ADN nos coloca en el camino de una comprensión certera del poder de la intención. El ya mencionado Edgar Mitchel afirma por ello sin ambages que “en los últimos 20 años se ha demostrado que la intención sí tiene efectos físicos”. Dietmar Cymbal, investigador alemán en Biofísica, afirma por su parte que “la ciencia moderna ha eliminado la primacía de la materia y demostrado que es la mente, la conciencia o el espíritu quien lleva la voz cantante. Y la única forma de definir el espíritu es como un campo de energía inteligente”. Para Lynne McTaggart, autora de El campo –conocido best-seller sobre medicina energética- “enviar una intención de que estoy mejor es enviar una energía en forma de pensamiento al propio cuerpo para que se autorrepare. En un hospital de Houston tuvo lugar una historia muy significativa protagonizada por un grupo de personas con artritis. Los médicos que les atendían operaron a la mitad de ellos de la rodilla y a la otra mitad no; simplemente les abrieron las rodillas y luego se las cerraron sin más. Bueno, pues la reacción de unos y otros fue la misma a los tres años: todos se habían curado independientemente de que hubieran sido operados o no”.
Las pruebas de laboratorio son hoy concluyentes: cuando tenemos pensamientos positivos descargamos en el cuerpo unas sustancias químicas positivas. Y cuando pensamos en negativo otras bien diferentes. Lo que pensamos influye pues en la nutrición de las células. Candance Pert, poseedora de varias patentes sobre péptidos modificados y profesora en la Escuela de Medicina de la Universidad Georgetown de Washington (EEUU), explica así la nueva visión sobre la célula y la comunicación de información: “Cada célula es un pequeño hogar de conciencia. La entrada de un neuropéptido en una célula equivale a una descarga de bioquímicos que pueden llegar a modificar su núcleo”. Es decir, nuestro cerebro es capaz de crear neuropéptidos que las células se acostumbran a ‘recibir’ dando lugar a cada una de las emociones que expresamos: ira, angustia, alegría, envidia, generosidad, pesimismo, optimismo... Y al acostumbrarse a ellas se crean hábitos de pensamiento. Por tanto a través de sus millones de terminaciones sinápticas nuestro cerebro está continuamente recreándose. Todo pensamiento o emoción crea de hecho una nueva conexión que se refuerza cuando pensamos o sentimos luego eso en ocasiones posteriores. Es así como una persona asocia una determinada situación con una emoción. Y es lo que hace que una mala experiencia en un ascensor -como quedarse encerrado en él- pueda hacer que el objeto ‘ascensor’ se asocie al temor a quedarse encerrado. De ahí que si no se interrumpe esa asociación nuestro cerebro pueda relacionar ese pensamiento-objeto con esa emoción y refuerce la interconexión dando lugar a lo que en el ámbito de la psicología se conoce como fobia o miedo. Solo que Bruce Lipton llega todavía más lejos y afirma: “Todas las proteínas de nuestro cuerpo son un complemento físico o electromagnético de algo ya presente en nuestro entorno. Cada una de las proteínas funcionales de nuestro cuerpo es una imagen complementaria de las moléculas ‘señal’ del entorno”.
Toda esta interrelación entre pensamiento y biología nos lleva de cabeza al inexplicado efecto placebo. Según Bruce Lipton, biólogo y profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad de Wisconsin, al menos un tercio de las curaciones no tienen de hecho nada que ver con la medicina empleada sino con el efecto placebo. Claro que para el biólogo Rupert Sheldrake “el efecto placebo es otra manera de hablar de la capacidad de autosanación del cuerpo humano”. Y el biofísico alemán Diezmar Cymbal opina por su parte que “el efecto placebo está creado por los campos de energía que rodean al cuerpo. El ejemplo es cómo al apretar un botón de nuestro mando de la televisión vemos un determinado canal porque entramos en esa frecuencia; bueno, pues en nosotros ocurre igual. Cuando enfocamos la mente en algo nuestra energía sigue a ese foco en forma de frecuencia; en este caso, la curación”.
La bióloga colombiana ya citada Ana Rogelia Monsalve comparte muchas apreciaciones de Bruce Lipton sobre la célula solo que da especial relevancia a la mitocondria:“Es la responsable de que tengamos fuerza muscular y energía. Y también de que podamos tener una relación sexual satisfactoria”. La importancia de la mitocondria es tal que hay personas que la han denominado “el sol central de nuestra célula”, la que recibe la información de luz. Según Monsalve “la glándula epífisis o pineal recoge la energía y la reconecta con nuestro cuerpo calloso donde están todas nuestras memorias. La médula espinal es la encargada de reconectar la información celular que llega a través del líquido cefalorraquídeo a los sistemas linfático y circulatorio con la periferia a través del sistema nervioso reinformando todo el sistema celular. Cada sentimiento, pensamiento o emoción se conecta a través de determinada frecuencia”. Cabe agregar que se ha comprobado ya en laboratorio que una fuerte emoción puede dar lugar a ¡1.400 reacciones bioquímicas! en el cuerpo. Y que todas las emociones influyen en nuestra fisiología.

LA IMPORTANCIA DEL TERCER OJO
Son muchos asimismo los investigadores punteros que destacan hoy la importancia y el poder de la glándula pineal o epífisis (el tercer ojo de los hindúes). Randal por ejemplo ha encontrado correlaciones entre ella, las estaciones y los ciclos de los astros, Takata con las explosiones y vientos solares, y Terry y Cutler con las supernovas. Pero especial mención merece la conexión del sistema límbico y la epífisis con la luna. Una conexión que se establecería mediante la luz, las ondas y el agua.
La verdad es que la Biología conoce aún poco de la glándula pineal. Relacionada con el desarrollo sexual en la pubertad, oficialmente se afirma que se empieza a atrofiar a partir de los 7 años dejando de funcionar hacia los 14. Es decir, cuando tanto el hombre como la mujer se han convertido en individuos fértiles aunque se desconoce por qué. Los investigadores R. Kwak, F. Takeuchi, S. Ito y S. Kadoya demostrarían de hecho en 1998 que la glándula pineal deja de funcionar porque con la edad se calcifica. Sin embargo, otros, como el norteamericano David Wilcock, piensan que la razón es la toxicidad de los alimentos y bebidas de hoy día que alientan esa obstrucción.
Curiosamente la glándula pineal o epífisis se activa en la oscuridad lo que explica por qué todas las tradiciones espirituales han recomendado la meditación por la noche y los mejores sueños se tienen igualmente a esas horas. Y es que la activación de la glándula pineal crea un escudo ante las ondas electromagnéticas exteriores y eso es lo que nos permite dormir. Por tanto es en esta glándula donde se esconde el secreto del sueño.
La glándula pineal produce dimetiltriptamina, un neurotransmisor sintetizado a partir de la serotonina que es responsable de la producción de los efectos visuales del sueño; asimismo se sabe que aumenta la producción antes de la muerte. Bueno, pues las llamadas drogas psicodélicas contienen una sustancia llamada DMT muy parecida a ese neurotransmisor y de ahí que activen procesos similares. La diferencia es que éstas provocan la activación artificialmente dejando la glándula abierta a la generación de las mismas visiones o sueños descritos por los chamanes de todas las civilizaciones. Sólo que mientras el chamán puede salir sin problema de esa experiencia, el drogadicto se queda enganchado a ella. Y eso pasa -en palabras sencillas de entender- porque su glándula pineal queda “demasiado tiempo abierta”. En suma, la razón de que las personas que sufren esas alucinaciones tengan a menudo insomnio está en que su glándula pineal sigue activada de día y continúa sintetizando melatonina cuando están despiertas. También explicaría por qué se producen alucinaciones -siendo incapaz de diferenciarlas de la realidad- de forma
Lynne McTaggart

Ciencia periodista Lynne McTaggart es el premiado autor de best-sellers internacionales sobre la salud cuántica y la conciencia. In "The Field," she uncovers a picture of an interconnected universe ... En "el campo", ella descubre una imagen de un universo interconectado ...
Peter Fraser

Profesor de la acupuntura, experto en medicina china Traditonal, científico y autor bioenergéticos "Descifrando el Bodyfield Humanos" ...

Bruce Lipton - biólogo de la célula, profesor de la Universidad de Wisconsin Medical School, investigador de Stanford University, y el autor ...

Dr. Eric Pearl

Internacionalmente conocido curandero, profesor y autor del exitoso libro, "La Reconexión: Sana Otros, curarse "....

Edgar Mitchell, PhD

Científico, astronauta del Apolo 14, oficial de la marina, profesor, escritor, fundador de iones, cofundador de la Asociación de Exploradores del Espacio ...

James L. Oschman, PhD

Biofísico, biólogo celular, investigador, profesor, ampliamente publicadas en revistas científicas, autor de libros de medicina de la energía ...

Marilyn Mandala Schlitz,PhD

Ctr. Presidente de iones, científico, antropólogo, escritor e investigador en el Instituto de Investigación de California Pacific Medical Center. ... ...

Rollin McCraty, PhD

Director de Investigación del Instituto de HeartMath, escritor, orador y profesor adjunto en la Universidad ... Claremont Graduate

Rupert Sheldrake, PhD

Autor, profesor y biólogo de Cambridge, director de la Perrott-Warrick proyecto ...

Arielle Essex, DO

Entrenador de PNL certificada con Erickson College, doctor en osteopatía, y conferencista internacional sobre la transformación personal ...

Dean Radin, PhD

Autor de "El investigador Consciente Universo", en iones, conferencista internacional y cofundador del Instituto de Fronteras ...

Herman Koning, MD

Fundador de la Asociación de médicos neerlandeses de Biofísica de Medicina, director médico de Medipoint, autor y profesor de ...

Folker Meissner, MD

Profesor de la MTC y la bioenergética, médico holístico, fundador de la Academia Alemana de Medicina Energética y Bioenergética ...

Dietmar Cimbal, DVM

Médico veterinario e investigador de biofísica, fue uno de los primeros en hacer una transferencia inalámbrica de datos biológicos ...

Howard Martin

Executive Vice President, Desarrollo Estratégico HeartMath, conferencista internacional, autora y músico ...

Deborah Rozman, PhD

Presidente y Co-CEO de Quantum Intech, un psicólogo, un ejecutivo de negocios, educador, autor ... y

Fritz-Albert Popp, PhD

Biofísico, profesor, investigador, escritor y fundador del Instituto Internacional de Biofísica de ...


SUSANA MORALES 23/11/1982
El investigador alemán Fritz Albert Popp, profesor de Física en la Universidad de Marburgo (República Federal de Alemania), acaba de arrojar una nueva luz sobre un tema que apasiona tanto a médicos como a biólogos y físicos: la emisión de radiación luminosa por parte de las células animales y vegetales. El doctor Popp ha constatado recientemente la existencia de este proceso natural de los seres vivos, calificada de hipótesis hasta ahora, y ha puesto de manifiesto la gran importancia que ello supone para el tratamiento de numerosas enfermedades; entre ellas, el cáncer.
Desde el descubrimiento realizado por el científico ruso Alexander Gurvich, en 1923, acerca de la existencia de un tipo de radiación por medio de la cual las células se comunicaban entre sí, los biofísicos de todo el mundo han estado a la caza de las partículas y mecanismos implicados en este proceso. Gurvich, quien trabajó con cultivos celulares de plántulas de cebolla, observó que si se interponía un cristal de vidrio entre las células se producía una desincronización de sus divisiones reproductoras (mitosis); no así con un cristal de cuarzo. Lo que le llevó a pensar que existía una emisión de radiación electromagnética entre ellas, perteneciente a la banda de los rayos ultravioletas e implicada en un desconocido proceso informativo intercelular.Fue un compañero de Popp, del Laboratorio de Biofísica de la Universidad de Marburgo, Bernd Ruth, quien, hace ocho años, pareció dilucidar de una vez por todas la cuestión. Utilizando un multiplicador fotoelectrónico, aparato tan sensible que puede detectar la presencia de una luciérnaga a diez kilómetros de distancia, comprobó que realmente las células emitían luminosidad, aunque de ínfima intensidad (hecho del que, desde 1960, científicos rusos decían haber demostrado).
Ruth encontró, además, los portadores de dicha radiación: unas partículas a las que denominó biofotones. Y constató la excelente capacidad de las células sanas para emitirlas, detectarlas y acumularlas. Las objecciones surgieron esta vez ante la posibilidad de que esta irradiación fuera de origen térmico, ya que se sabe que todas las sustancias, animadas e inanimadas, emiten cierta radiación siempre que posean una temperatura superior al cero absoluto (-273,16 ºC). Esto es, precisamente, lo que el doctor Popp acaba de refutar, ya que la medición de la radiación celular resulta incomparablemente más potente que la producida por la temperatura.
Popp opina que este tipo de radiación se encuentra, efectivamente, al servicio de la comunicación celular, puesto que se trata de una emisión de tipo lasérico. Es decir, las células sanas no emiten ondas luminosas de forma caótica, sino rítmica y coherentemente (entendiendo por coherencia un parámetro indicador de la validez del intercambio de información en una comunicación), característica de los rayos láser.Ello supone un nuevo punto de vista para el concepto de enfermedad, puesto que las células sanas han demostrado ser excelentes acumuladores de fotones y poseen mayor capacidad para conservar su energía que cualquier otro acumulador técnicamente realizable.
Su muerte, sin embargo, hace que se pierda esta capacidad. Hecho comprobado al observarse un aumento cien veces superior de irradiación luminosa cuando ello sucede y su desaparición total al cabo de unas horas. Para Popp, dado que el deterioro de un sistema biológico, la enfermedad y la muerte implican la disminución de la coherencia y, por consiguiente, el aumento de la pérdida de información, la observación de la radiación de las células vivas contituiría un instrumento inapreciable para realizar diagnósticos prematuros.

Incluso piensa que los organismos enfermos podrían someterse a un tratamiento de coherencia, mediante la aplicación de un estímulo rítmico exterior, para recuperar el ritmo propio. Esta terapia podría ser, por ejemplo, el uso del láser infrarrojo a diodos, ya que científicos de la Universidad de Alma Atta (Unión Soviética) descubrieron en la década de los sesenta que la radiación de esta zona del espectro es, precisamente, una de las más importantes y mayoritarias emitidas por las células.

Otro punto interesante derivado de las investigaciones de este físico alemán se refiere a la concepción termodinámica de los sistemas biológicos. Se reconocía, hasta ahora, su capacidad de intercambiar no sólo energía con su entorno, sino también materia, por lo que son considerados, desde el punto de vista físico, sistemas abiertos, no conclusos. La reciente aportación de Popp, defendida hace años por el premio Nobel belga llya Prigogine, es que el ser vivo es, en realidad, el resultado de un complicado y permanente proceso de equilibrio entre las desviaciones más diversas de un estado aparentemente constante, así como que el grado de orden que puede alcanzar y mantener bien acotado por el punto a partir del cual la emisión de la radiación celular deja de ser de tipo lasérico, el denominado umbral láser.

Adam DreamHealer, BSc

Biólogo molecular, NHPC curador de la energía certificada, conferencista internacional y autor, Adam es un talentoso joven curador de la energía

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